Inmunidad por COVID19

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Inmunidad por COVID19

la proteccion humoral contra covid19

Cuando el Ministerio de Sanidad de España publicó los resultados preliminares de su estudio de seroprevalencia, la noticia cayó como un jarro de agua fría en la opinión pública y los profesionales sanitarios: ya que sólo el 5% de la población tenía anticuerpos contra el SARS-CoV-2. Para los científicos esto no era una sorpresa. De hecho, las autoridades llevaban días avisando de que las cifras de Inmunidad por COVID19 iban a ser bajas, pero confirmarlo no eran buenas noticias para alcanzar la nueva normalidad.

El asunto es que con los anticuerpos IgG solo vemos una parte de la inmunidad. La otra parte tiene que ver con la inmunidad que confieren los Linfocitos T, por ello es que se puede concluir  que «la inmunidad al COVID-19 es probablemente más alta de lo que las pruebas han mostrado» hasta ahora.

La importancia central de los anticuerpos

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Hace unas semanas, un equipo de investigadores chinos examinó a 40 pacientes asintomáticos de coronavirus. Los datos fueron,  desmoralizadores. El dato más llamativo era que, según parecía, estos pacientes podían contagiar el virus durante más tiempo que los pacientes con síntomas, pero el más importante era otro: que los niveles de los anticuerpos contra el virus no solo eran más bajos y decaían más rápido; sino que, en pocos meses, eran indetectables.

Esto tampoco eran buenas noticias. Los anticuerpos han sido uno de los temas  centrales de la discusión sobre lo que vendrá después del coronavirus y tiene sentido porque estas proteínas son, sin lugar a dudas, la primera línea de combate del sistema inmunitario. No obstante, centrarnos demasiado en ellos puede hacer que nos olvidemos que los anticuerpos son una de las muchas maneras que nuestro cuerpo tiene de combatir con la infección.

Entendiendo la inmunidad

 

La inmunidad se puede clasificar en dos tipos: innata y adaptativa. La inmunidad innata, que es con la que todos los seres humanos nacen, tiene un carácter inespecífico y supone la primera línea de defensa frente a los agentes infecciosos. En cambio, la inmunidad adaptativa es más selectiva frente a los patógenos, ya que tiene una memoria destinada a prevenir futuras infecciones.

La inmunidad adaptativa se divide a su vez en dos: inmunidad celular, basada en células T citotóxicas -linfocitos T-, e inmunidad humoral, basada en anticuerpos. La inmunidad celular no funciona como lo hace la humoral. Los anticuerpos neutralizan directamente al virus, mientras que el objetivo principal de los linfocitos T es destruir las células infectadas, que actúan como fábricas para los virus. No impiden la entrada del patógeno en las células, sino que evitan que el virus se disemine por el organismo humano inutilizando el lugar donde se replican.

En la inmunidad adaptativa, ​que es la de más alto nivel, cuando se produce una infección hay unas células que son las que toman las decisiones en función de la infección: los linfocitos T cooperadores. Estas células pueden poner en marcha una respuesta de anticuerpos, una respuesta de células T citotóxicas o una respuesta mixta. «Normalmente, casi todas las respuestas van a ser mixtas, aunque unas personas van a producir más anticuerpos y otras más células tóxicas», aclara Alfredo Corell.

Para que no se encuentre la respuesta inmune en las pruebas serológicas, los infectados tienen que haber desarrollado únicamente inmunidad celular; aunque también puede ser que solo tengan inmunoglobulina A (IgA) y no se esté detectando. O pueden tener una inmunidad mixta basada en células y en IgA. «Hay múltiples motivos por los que habiendo pasado la infección y siendo inmunes, no sale en el test de anticuerpos», determina también el inmunólogo de la Universidad de Valladolid.

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La inmunidad no es necesariamente sinónimo de anticuerpos. Se trata de un principio básico que los inmunólogos llevan tiempo repitiendo, especialmente desde que estalló la pandemia de COVID-19 y comenzaron a multiplicarse las informaciones sobre cómo responde el organismo humano a los ataques del nuevo virus. Si se tiene en cuenta este hecho, el grado de inmunidad de la población seguramente sea mucho mayor de lo que reflejan las pruebas serológicas, que se basan únicamente en anticuerpos IgG e IgM (inmunoglobulina G y M).

Respuesta inmunológica por Linfocitos T

Este grupo de células inmunitarias tienen receptores en su exterior por lo que tienen capacidad propia para detectar al virus una vez que vuelve y pueden acabar con las células infectadas (los linfocitos citotóxicos o CD8+) o desencadenar respuestas inmunes coordinadas (los linfocitos cooperadores o CD4+).

Como dice  el Dr.  Manuel Juan, jefe de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona, el problema es que «el tipo de prueba necesario para detectarlos es muy complejo, toma demasiado tiempo y no es práctico hacerlo. Por eso se hace una prueba de un marcador subrogado que son los anticuerpos». Por eso no se ha estudiado en detalle: en términos generales bastaba con los anticuerpos. Básicamente porque si tienes anticuerpos, tienes inmunidad celular.

Ahora con la proliferación de pruebas serológicas, la duda que se hace mucha gente que da negativo en estos tests de anticuerpos es otra.  El hecho de no tener anticuerpos, ¿quiere decir que no tenemos inmunidad por COVID19?. Es decir, ¿es posible que los mecanismos de inmunidad celular estén confiriendo a los infectados una inmunidad extra que no estamos siendo capaces de medir con nuestros tests comerciales?

Una buena noticia

En las últimas semanas, varios estudios independientes han estado publicando investigaciones sobre este asunto que nos permiten ser optimistas. Según los datos del Hospital Universitario de Tubinga (Alemania), aunque en algunos infectados no se detectan anticuerpos, el 100% si desarrolla respuestas inmunes celulares basadas en linfocitos. El resultado es provisional y no tenemos muy claro de por qué ocurre esto, pero parece algo muy interesante.

Los investigadores del Instituto Karolinska, por su parte, han mapeado «en detalle la respuesta de las células T durante y después de una infección por COVID-19» y sus «resultados indican que las personas que han desarrollado inmunidad de células T vienen a ser el doble comparación con aquellas en las que podemos detectar anticuerpos«. Es decir, parece que poco a poco se va confirmando la veracidad de la inmunidad por COVID19, pero, y aquí viene lo más interesante, lo que los investigadores empiezan a confirmar algo va mucho más allá.

¿Se puede tener inmunidad sin haber estado infectado de SARS-CoV-2?

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Si, en realidad se ha descubierto que existe inmunidad cruzada. En el trabajo de la Universidad de Tubinga (pero también en otros de la Universidad de Rotterdam o el Instituto de La Jolla) había datos para pensar que hasta el 80% de los pacientes no infectados tenían células inmunitarias con capacidad de detectar el SARS-CoV-2 o sea que tienen inmunidad contra el COVID19.

Inmunidad Cruzada

Esto puede parecer sorprendente al tratarse de un nuevo virus para el que, como hemos repetido en muchas ocasiones, los seres humanos no tenemos inmunidad. Sin embargo, por contra intuitivo que parezca, tiene sentido: se denomina inmunidad cruzada. Este no es el primer coronavirus humano. De hecho, hay cuatro virus de esta familia que conviven con nosotros de forma habitual.

No son muy conocidos porque su sintomatología es muy leve, pero como señalan los expertos precisamente eso es lo que debe de estar detrás de la inmunidad.  Nuestros linfocitos son capaces de identificar segmentos genéticos que comparten con el SARS-CoV-2 y activar la respuesta inmunitaria.

Queda mucho por investigar y estos trabajos están en un estado muy provisional. La imagen que se va formando es alentadora porque nos deja intuir que la inmunidad va mucho más allá de lo que pensábamos hasta ahora. No son cifras para lanzar las campanas al vuelo, pero sitúan el mundo post -coronavirus un poco más cerca. Y eso, mientras la OMS sigue repitiendo que a nivel mundial lo peor sigue estando por llegar, es una buena noticia.

Articulo compilado  por el Dr. Juan I. Barrios * de varias fuentes (Xataka, RTVE.es, revista H. Clinic, Redacción médica,   )

* Juan I. Barrios es médico especialista en Informática médica, es máster en Business Intelligence y experto en BIG DATA y Ciencia de datos. Su trabajo consiste la aplicación de modelos de de Inteligencia artificial en salud. Reside en la ciudad de Barcelona, donde colabora en la cátedra de Informática Médica de la Universidad de Barcelona, como profesor visitante.

 

 

 

 

One Response

  1. Salvador dice:

    Excelente artículo

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